Christian García Bello

En el trabajo de Christian García Bello siempre hay algo que nos conduce al paisaje. Por un lado, la vocación pictórica que tiene su escultura. Por otro, su manera de arrojar sombra desde el dibujo, cultivando la dimensión oculta del espacio visual, excitando suavemente el resto de sentidos y en especial una suerte de tactilidad que se enfrenta a lo plano a partir de la experiencia temporal y la pátina del desgaste que la acompaña. Es su manera de convocar los espacios de fricción que le preocuparon desde el inicio de su trayectoria, siempre con un sentido muy performativo.

Porque más que trabajar el paisaje cultiva su resonancia, sus tensiones. La experiencia es lo que le da la escala, que ocasionalmente puede pervertir o refinar en su interpretación para el placer del ojo, como sucedía en la arquitectura griega y sus correcciones ópticas. Mientras, la memoria es lo que le da el sentido conceptual, la oportunidad, su condición literaria, que no literal. Porque Christian García Bello no concibe el poder elegir un material sin auscultar su capacidad narrativa, a la que posteriormente le suma otras capas que suman entereza a su objetivo intelectual.

En este sentido, Un pie desnudo en el umbral, la primera exposición individual de Christian García Bello (A Coruña, 1986) en la Fundación DIDAC, propone un relato que va caminando desde Bélgica hasta la frontera de Galicia con Portugal, trenzando cuestiones en torno al territorio, sus formas, su historia y el paso del tiempo, empleando un lenguaje escultórico radicalmente ascético y articulado desde la poética del material.